El remedio de todos los males…

«¿Saben hijos cual es el remedio de todos, o al menos de muchos de nuestros males? El despojo de nuestro yo, de nuestro terrible egoísmo, de ese vernos a nosotros mismos, en lugar de ver a Jesús, de contemplarnos a través de él, de encontrarlo a él en los acontecimientos, sobre todo cuando son penosos, dolorosos, a nuestra naturaleza».

Carta colectiva de marzo 7 de 1960, f. 3399

Nada podemos fuera de Dios…

«¿Cómo creen hijos, que vamos a sanar de nuestras enfermedades espirituales, si nos alejamos de Dios, si desconfiamos de él? Nuestra nada, nuestra miseria, nos debe llevar a él, con la rapidez con que el niño se abraza a su madre, cuando ve un peligro. Que nunca el demonio logre alejarnos de él, por esa falsa indignidad. Fuera de él, nada podemos; sin su auxilio iremos al abismo. Con él, lo podremos todo. No se nos olvide».

Carta Colectiva desde Naka Karuizawa, Japón el 14 de mayo de 1957 f. 3223.

Creer en el amor del Señor…

«Para arrancar prodigios a su amor, a su misericordia, él no quiere, no necesita otra cosa que: creamos en su amor, en su misericordia, que pidamos humildemente, con fe viva, la gracia que deseamos, en la seguridad que la obtendremos (si es para nuestro bien) en toda su plenitud. Y si lo que pedimos no nos conviene, él sabrá escogernos otra mejor, que nos indemnizará de aquella.»

María ha escogido la mejor parte, f. 543

Ansias de Dios…

«Señor, son innumerables mis defectos, casi infinitos, tan numerosos como las arenas del mar; pero mis deseos de tu gloria, mis ansias de hacerte amar y conocer, mis anhelos de santificación son más numerosos que las arenas del mar, que las gotas de rocío, que las hojas de los árboles, que las estrellas del cielo».

Viva Cristo Rey, f. 507.

Cortas peticiones con el corazón…

«Mi oración consiste sólo en jaculatorias, en la aceptación de todo eso que le ofrezco a Nuestro Señor, y en cortas peticiones con el corazón. Una que me es muy familiar y me ayuda muchísimo, a vaciar, por así decir mis aspiraciones es esta: «Sagrado Corazón de Jesús en ti confío». Porque al decirla le manifiesto todo lo que quiero, todo lo que de él espero y todo lo que en él confío. Me quedo muy satisfecha, y él también. ¡Le agrada tanto la confianza de sus pobres criaturas!»

Diario de 1932 a 1934, f. 482

Hacer la adorable voluntad de Dios…

«Que nunca te ofenda, que siempre te ame; que haga en todas las cosas tu adorable voluntad, fuente única de mi dicha en la tierra y en el cielo».

Cinco Cuadernitos, f. 456

Amar y darse a Dios en una unión transformante…

«En octubre en los días del Congreso Eucarístico en México, sentía ya un cambio en mí, aunque sin darme perfecta cuenta, en la iglesia me sentía otra, ya todo me empezaba a parecer despreciable; por fin sonó el momento designado por la infinita misericordia para transformarme y no lo pude resistir. ¡Me será imposible decirle lo que entonces pasó por mi alma! ¡cuán arrepentida estaba! Dios, el amor me atraía con fuerza irresistible. Sólo quería amar y darme a Dios».

Cuenta de Conciencia, f. 449

Resoluciones firmes…

«Te voy a confiar Jesús las resoluciones muy firmes de mi voluntad para que tu bendición las vigorice, y las haga fructificar.» Diario de 1932 a 1934, f. 489

22 de junio… fiesta de la Beata Madre Inés

Servidores de los demás…

«Cuánto ama nuestro Señor a las almas que tratan de ocultar sus dones para no ser admiradas. Pero que los ponen al servicio de sus semejantes, precisamente para servir. Eso somos todos:  servidores de los demás.»

Carta colectiva desde Roma, noviembre de 1969, f. 3843.