«Los sacerdotes. (Muchos te aman con pasión Madre mía, y esto me llena de gozo; pero otros ¡oh! te aman muy poco). Hay algunos que en sus sermones apenas se acuerdan de ti, y aún a veces ni siquiera te mencionan. ¡Un sermón sin María no me puede satisfacer! Y no puede menos entristecerme ver que no se acuerdan de ella, porque de lo que abunda en el corazón habla la boca, y creo que si la boca no habla, muy lejos está el corazón de abundar en este amor».
Diario 1932-1934.