Participar de la felicidad de Dios…

«Vio la gloria que, con su gracia, le daríamos; gozaba allá con la dicha que nos proporcionaría haciéndonos partícipes de su misma felicidad, y antes aún de empezar a crear el mundo, arrullaba a sus hijos con el canto de su amor; los Mecía en su regazo con ternura maternal; ‘como un pastor apacentaba su rebaño, recogía con sus brazos los corderillos; los tomaba en su seno y llevaba el mismo las ovejas recién nacidas’ (Is 40)».

La Santísima Trinidad misionera.

En la Última Cena…

«La Santísima Trinidad está presente, desde toda la eternidad, a esa cena familiar, en que el dulce Jesús nos deja su testamento de amor, su divina herencia».

La Santísima Trinidad Misionera.

María, la mujer sin par…

«Si ya en la creación de la naturaleza había empleado, por así decir, toda su ciencia y su amor, con ser que aún puede crear millares de mundos mayores que el que habitamos, y más llenos de bellezas y riquezas, lo hizo teniendo presente a su Verbo, al Hijo divino que un día tomaría la humana naturaleza de la más pura de las vírgenes, de la escogida entre millares, de la llena de gracia, de la sin par María, de esa criatura privilegiada que, con poder crear Dios infinitos mundos más hermosos que este, con todo no puede, formar otra criatura más excelsa que su hija predilecta, inferior solamente a su divino Hijo».

La Santísima Trinidad Misionera.

El amor de Dios en la creación…

«Emplea Dios en la creación toda la ciencia y todo el amor de Artífice y de Padre; por eso puso en ella toda su ternura, lo más delicado de su amor».

La Santísima Trinidad Misionera.

Gratitud a Dios Creador…

«Al abrir sus ojos el hombre por primera vez en el hermoso templo que se le daba por morada, extático, enajenado, latiendo su corazón al unísono del de su Dios prorrumpe en exclamaciones de amante adoración, reconociendo a su Creador como el Autor de su dicha y agradeciéndole, con temor reverencial, el cúmulo de beneficios de que se ve colmado».

La Santísima Trinidad Misionera.

La obra misional de Dios…

«Antes de la manifestación de Dios sobre la tierra, por medio de la creación, la obra misional de las Tres Augustas Personas consistía ante todo y sobre todo: en el amor. Ya desde entonces, lo desplegaba sobre sus criaturas venideras en todas las formas en que lo hemos visto aparecer sobre la tierra, en todas sus derivaciones de: misericordia, ternura, solicitud, magnanimidad, delicadeza, sinceridad, espontaneidad, dulzura, fortaleza,: ya nos veía atraídos hacia él por el suave y fuerte lazo de su amor, absorbiendo el abismo de nuestra nada y miseria, en el abismo sin fondo de su misericordia».

La Santísima Trinidad Misionera.

La Santísima Trinidad y el hombre…

«Al crear al hombre la Beatísima Trinidad con toda esa perfección estética y moral; al grabar en el alma humana que le daba, su divina semejanza, eriqueciéndola con todas las perfecciones con que ella misma está adornada, en cuanto es posible a una creatura, poniendo en su cuerpo la más exquisita belleza, con los más delicados rasgos de su maravillosa estructura, la Santísima Trinidad contemplaba al Hombre-Dios, que más tarde debería aparecer sobre la tierra, desposándose con la naturaleza humana, elevando ésta a su divinidad, mediante la unión hipostática».

La Santísima Trinidad Misionera.

La creación del hombre…

«Cuando Dios creador ha engalanado así, tan prodigiosamente la tierra; cuando ha puesto en ella todas las bellezas que admiramos, todo ese conjunto de seres que le dan luz y animación, reuniendo, por así decir, la Beatísima Trinidad todo su amor y su poder, concentrando en la palabra que va a pronunciar, toda su ternura de Padre, dice aquel sublime: ‘hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza'».

La Santísima Trinidad Misionera.

El momento de la creación…

«Son las Tres Personas ‘Dios‘, reuniéndose, creando, en un acto de su infinito poder, todas las cosas existentes, en ese principio, conocido tan solo de Dios, pues que no se ha podido precisar el momento,, en que, poniendo en juego su fecunda actividad, a su fiat creador, aparecen, una tras otra, esa infinidad de criaturas, que vienen a formar el conjunto maravilloso de la naturaleza toda».

La Santísima Trinidad Misionera.

En el principio…

«‘En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra empero, estaba informe y vacía y las tinieblas cubrían la superficie del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas’ (Gn 1,1-2). ‘En el principio’… cuando Dios se decidió a crear, cuando empezó su obra misionera, esa grandiosa obra de redención que había concebido su mente divina, desde toda la eternidad».

La Santísima Trinidad Misionera.