Dejemos actuar al Señor…

«Generalmente eso es lo que detiene la obra de nuestra santificación: ¡pensamos tanto y tanto en nosotros! ¡Dejémosle al Señor! Nosotros procuremos vivir únicamente de amor, de esperanza, de confianza, de abandono total.

Carta del 7 de mayo de 1953.

La santificación…

«La santificación de un alma es obra de Dios Trino y uno. Es obra del Espíritu Santo, y obra también, por qué no decirlo, del alma que es fiel a su llamado, que abre sus oídos para escuchar la voz de Dios, que abre la tierra de su corazón para que fructifique la gracia divina. No nos cerremos a ella, pues podría llegar la última ¿y…entonces?»

Carta colectiva de enero de 1969.

Santificados en la verdad…

«Te pedimos, amantísimo Padre, por la divina mediación de tu Hijo, nuestro Hermano mayor, que envíes sobre nosotros al divino Consolador, para que, derramándose sob re nuestras almas con sus siete dones, no formando con la Beatísima y Augusta Trinidad sino una sola cosa, seamos consumados en la unidad, ‘santificados en la verdad'».

AL eterno Padre.

Un gran anhelo…

«Quiero ser santa, pronto santa, a todo trace santa».

Ejercicios espirituales de 1933.

Las gracias de conversión y santificación…

«Todas las gracias y sobre todo las de conversión y santificación, nos vienen por la oración».

María ha escogido la mejor parte.

Pedir unos por otros…

«Pidamos mucho unos por otros, para que nos decidamos a ser santos de verdad; a dar siempre a Nuestro Señor la gloria que él espera de nosotros».

Carta colectiva del 22 de septiembre de 1967.

El ideal misionero…

«Todos debemos ser agradecidos con Nuestro Señor y con la comunidad que nos ha ayudado a realizar el ideal misionero. Ya verán, hijos, cómo debemos corresponder a esas gracias. En primer lugar trabajando por nuestra propia santificación, siendo obedientes, caritativos, muy cumplidos con nuestros deberes y muy unidos».

Carta de septiembre de 1958.

Santificar a los demás…

«Recordemos que somos víctimas de su amor. Pero para lograr esto en el tiempo que venga como desde ahora tenemos que vivir una fe santa, verdadera y santifica ante, esto es, que nos ayude a santificar a los demás».

Carta colectiva de mayo de 1978.

Las aspiraciones del corazón…

«Llena, Jesús mío, todas las aspiraciones de mi corazón y ayuda a mi flaqueza, sostenme en el vuelo que quiero emprender, no me dejes, que en ti confío».

Ejercicios espirituales de 1933.

Evangelizar para santificar…

«Qué todas las almas que evangelicemos se divinicen, se transformen, lleguen a la plenitud de la santidad».

Ejercicios espirituales de 1950.