Acciones en nombre de Dios…

«Escuchar, comprender, orientar, corregir, amar, según el corazón de Dios».

Carta circular de diciembre de 1975.

En sinodalidad…

«A todos les recomiendo que, cuando haya algo que hacer, entre sí se ayuden, como es costumbre, yendo cada uno a la reunión, no con el propósito de prevalecer en su opinión, sino más bien con el propósito de escuchar y, luego de vistas las opiniones, tomar la que más convenga, aunque se tenga que dejar la propia opinión. ¡Es tan hermoso saber ceder!»

Carta colectiva del 25 de septiembre de 1976.

Orar por los más necesitados…

«Y aquellos que han tenido que luchar más duramente con su carácter difícil, con sus tendencias personales, con sus complejos, allí los tuve ante mi corazón mucho tiempo, presentándoselos a nuestro Señor para que se hicieran el ánimo a ser de una vez lo que, él espera de ellos… me hice la ilusión de haber sido escuchada».

Cartas.

Dios siempre nos escucha…

«Ni por un momento quiero pensar en que Dios nuestro Señor no escuchará ruegos. ¡Es imposible! Él tiene comprometida su palabra y por las noches en que me quedo a tratarle mis problemas y mis dificultades, mis esperanzas y mis angustias y con la mayor fe de que soy capaz, le voy pasando una a una las palabras suyas que nos dejó en su santo evangelio y le digo que urge la cantidad de dinero que le pido, y le hago ver la necesidad de la casa y terreno, etc. etc.»

Escritos.

Si llega la tristeza…

«Si la tristeza nos llega, que sea únicamente por haber ofendido a Dios, o por no haber correspondido, como debiéramos, a sus gracias, a su divino amor. Pero después de haberle pedido perdón, estemos seguros de haber sido perdonados y escuchados.

Octubre 15 de 1955.

Confiar más y más en Él…

«Tenemos que confiar más y más en él y alcanzar todo lo que deseamos y todo lo que nos hace falta, a fuerza de fe y confianza. Nunca nos desanimemos, y si esto llega a suceder, que no pase de unos segundos, pues tenemos que esperarlo todo de la bondad divina, con seguridad cierta de ser escuchados.

Carta colectiva de abril 23 de 1954.

Escuchar la voz de Dios…

«Nunca dejemos de escuchar la voz de Dios que nos llama en días y sitios especiales: Es el Señor que pasa y llama a la puerta… Si no le abrimos, después el trabajo que nos costará volverlo a hallar, como la esposa de los Cantares.»

Carta colectiva de septiembre de 1969.

La santificación…

«La santificación de un alma es obra de Dios Trino y uno. Es obra del Espíritu Santo, y obra también, por qué no decirlo, del alma que es fiel a su llamado, que abre sus oídos para escuchar la voz de Dios, que abre la tierra de su corazón para que fructifique la gracia divina. No nos cerremos a ella, pues podría llegar la última ¿y…entonces?»

Carta colectiva de enero de 1969.

A la escucha de Jesús…

«¿Qué de dónde vamos a sacar todas las virtudes que necesitamos? Pues no de otra parte que del Corazón de Jesús. Y para eso se quedó en la Eucaristía, ya que no solamente está allí para recibir nuestras adoraciones y nuestros homenajes, sino también para escuchar nuestras súplicas; ansía que vayamos a él a contarle y pedirle, cuanto necesitamos para nosotros mismos y para los demás. Tiene sus manos llenas de gracias, pero la condición es, que las pidamos. Se siente Jesús cuando no lo hacemos, y por eso dijo a sus apóstoles: «Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid y recibiréis.» ¿Quién será el hambriento que, junto a una mesa espléndidamente servida, e invitado por el dueño a comer lo que guste, no lo haga? Y a las veces, nosotros somos ese hambriento, y sediento, y cabe a las fuentes de agua viva, nos morimos de sed y de hambre, solamente por flojera, por no hacer nuestra oración.

Carta colectiva del 7 de marzo de 1960.