“Recuerdo mi dulce vida de novicia y joven profesa, llena de tranquilidad y paz, aunque cargada de trabajos manuales, en los cuales mi alma se engolfaba en Dios. Ahora todo es diferente, pero como estoy segura de que es la voluntad de Dios, no querría lo primero, aunque para mi gusto espiritual aquello es lo más deleitoso y apetecible”.
Carta personal a un religioso, Cuernavaca, febrero 4 de 1954.