El valor de los sacrificios…

«Nuestro misericordiosísimo Dios y salvador, satisfecho con los pequeños sacrificios que tanto las de Puebla como las de Cuernavaca hemos tenido que ofrecer en los tiempos aciagos por los que hemos atravesado, que son los que atraviesa toda obra de Dios, y viendo que la mies ondea y se cae de la espiga por falta de segadores, ha recordado que sus hijas, las Clarisas Misioneras Sacramentarias, fundidas todas en un solo corazón y una sola alma, tienen el ideal grandísimo de trabajar con Él, en las mies del Padre de Familias».

Carta a sus hijas religiosas de Puebla el 3 de julio de 1950.

La necesidad de la oración…

«Pido ahora para siempre, en nombre de Dios y de nuestra querida Morenita, una limosna diaria, aunque sea de un Ave María en comunidad, por la prosperidad, más que material, espiritual, de la Obra Misional».

Carta a la madre María de la Inmaculada el 21 de agosto de 1945.

Aprovechar cada momento…

«Que seamos ambiciosos por la salvación de las almas y para eso debemos aprovechar grandes y pequeñas acciones, vencimientos, los pequeños sacrificios de cada día desde el acto de levantarse, hasta el acto de acostarse, sin diferir un momento al entrar a la celda, cuando ya ha sonado la hora».

Carta a un de sus hijas religiosas el 11 de febrero de 1953.

El don de la fe…

«El justo vive de la fe. La fe es un don grandísimo que llena el alma de paz y alegría de quien sabe vivirlo plenamente, sin fijarse en los harapos de quien se viste, quien esté constituido en dignidad sobre ella, porque, a pesar de los harapos, es Cristo Jesús, quien está presente; es Él también en cada uno de nosotros, de todos aquellos con quienes nos copiamos, y hasta de aquellos que habitan tan lejos de nosotros, que ni siquiera los conocemos».

Carta a una de sus comunidades el 5 de octubre de 1974.

Virtuosos…

«Qué virtuosos, qué humildes y caritativos seríamos ya si, en los años que tenemos en la vida misionera, nos hubiéramos propuesto practicar en un año, una de las virtudes más esenciales de la vida misionera: la obediencia, la caridad, la pobreza de espíritu y de hecho».

Carta a un grupo de religiosas el 20 de febrero de 1960.

Amemos la cruz…

«Amemos la cruz, sólo ella puede salvar el mundo. Y la cruz más exquisita, la que más santifica, es la que nos viene de los amigos, de los que juzgábamos bienhechores, de los propios nuestros, porque tiene el poder de llegar al fondo del alma. ¿No pasó también él por la ingratitud?»

Carta a las hermanas de Puebla el 26 de julio de 1951.

Alcanzar de la misericordia de Dios el perdón…

«No olvidemos que él quiso hacer el favor, la misericordia infinita de asociarnos a su redención haciendo que nuestros pequeños o grandes sacrificios, ofrecidos en holocausto por los pecados cometidos y en desagravio de ellos, no solamente de los nuestros propios, sino también por los demás, alcancemos de la misericordia del Señor el perdón de nosotros y de los demás».

Carta a las Misioneras Clarisas de California el 10 de noviembre de 1976.

El mejor director espiritual…

«Sepan tener por director espiritual al Espíritu Santo que, como a los apóstoles, les dará la fortaleza, la convicción, la inquebrantable fe en un Jesús Resucitado».

Carta a una de sus religiosas.

Ejercicios Espirituales…

«¡Qué bueno que van a tener sus ejercicios espirituales! Ya le pido a nuestro Señor se aprovechen al máximo. En ellos pidan a Dios por la santa Iglesia, por el Santo Padre, por su instituto, y por esta pobre que tanto lo necesita».

Carta a las hermanas de Indonesia el 29 de agosto de 1973.

Vocaciones…

«Hay que pedir las vocaciones a nuestro Señor. Pero tendremos que batallar».

Carta a unas de sus religiosas el 7 de junio de 1956.