«Nuestro Señor nos lo pide así; él quiere que las pequeñitas casas de nuestra familia misionera sean el abrigo de su corazón. ¿Le negaremos éste descanso…?»
Cartas.
«Nuestro Señor nos lo pide así; él quiere que las pequeñitas casas de nuestra familia misionera sean el abrigo de su corazón. ¿Le negaremos éste descanso…?»
Cartas.
«También en esos descansos se glorifica a Nuestro Señor, cuando se toman por su amor y servicio».
Carta a un grupo de religiosas el 13 de octubre de 1953.
«Todos necesitan dormir, pues todos necesitan estar hábiles al día siguiente para trabajar como quiere Dios; y si no duermen todo el tiempo prescrito, al día siguiente el hermano burro no sentirá ánimo ni de mover una patita; y vendrá a sucedernos como a la burrita de la canción: «un paso pa’ lante y dos pa’atrás»»
Carta a una comunidad de religiosas el 4 de agosto de 1958.
«Que él encuentre en cada una de nuestras comunidades una Betania donde su corazón descanse».
Carta colectiva.
«En una hora de descanso, en este primer día de ejercicios, puso mi buen Maestro ante mis ojos, en un opusculito en francés, algunos de los pensamientos de la Madre Luisa Margarita Claret de la Touche, sobre el reino del Amor infinito, por el sacerdocio; y fue esto para mi alma toda una revelación, todo un camino, todo un raudal de luz y de amor que invadió esta alma mía, sintiéndose fuertemente inclinada a seguir este atractivo, y así miserable como es, sumergirse por entero en ese océano de amor infinito».
Ejercicios Espirituales de 1940.
«Cuando nuestro Señor permite a mi alma gozar de sus delicias, en su amoroso regazo, siento con frecuencia, o casi siempre, al mismo tiempo, un gran atractivo por la unión, descanso y reposo en él, y deseo vehemente de aprovechar esas dulcísimas comunicaciones para interceder por tantas y tantas necesidades, para pedir por todo los que amo».
Carta al director espiritual.
«Cansancio y fatiga; cuántos kilómetros recorría el divino Maestro a pie, buscando almas que salvar; cuántas lluvias tuvo que soportar en estas correrías, así como fuertes calores y fríos, de un lado para otro, en unión de sus apóstoles; sabían ellos que eran llamados para ese apostolado, habían correspondido con amor, y con amor se daban».
Carta colectiva del 16 de abril de 1980.
«Dios nuestro Señor nos ayude a perseverar hasta el fin, pero con el deseo creciente de darle todo lo que nos pida, en enfermedad, en salud, en trabajo, en descanso, etc. etc. Pero dando, si es posible, más de lo que podamos. Dios quiera que ninguno de nosotros dejemos de hacer cada día un esfuerzo mayor para superar nuestra espiritualidad, y aun nuestro trabajo, cualquiera que él sea; lo que importa es que la ociosidad no se apodere de nuestro ser».
Carta a un grupo de religiosas, Moravia, Costa Rica, a 26 de febrero de 1979, ff. 4433-4434.