«En el seno de la Divinidad hay y habrá para siempre movimientos sacrosantos, reposos inefables, intercambios colmados de delicias; una plenitud de fuerza, de luz y de vida que se complace en sí misma y que de sí misma se regocija. Es la bienaventuranza divina del amor eterno, antigua y sin embargo siempre nueva, que no conoce ni cansancio ni saciedad, sino que quiere amar siempre aquello que siempre ha amado y que por siempre amará».
Yo soy el camino, la verdad y la vida.