«A todos los hijos le recomiendo que, cuando haya algo que hacer, entre sí se ayuden, como es costumbre en nuestra familia misionera, yendo cada uno a la reunión, no con el propósito de prevalecer en su opinión, sino más bien con el propósito de escuchar y, luego de vista en las opiniones, tomar la que más convenga, aunque se tenga que dejar la propia opinión. ¡Es tan hermoso saber ceder!»
Carta colectiva del 25 de septiembre de 1976.