«Desprendimiento total de todo lo que no sea Dios. Amor apasionado a la pobreza».
Ejercicios Espirituales de 1941.
«Desprendimiento total de todo lo que no sea Dios. Amor apasionado a la pobreza».
Ejercicios Espirituales de 1941.
«Por el despojo, por la humillación, por el amor, se gana el mundo inmenso de las almas, para Cristo».
Estudios y Meditaciones.
«¿No es verdad que todos, absolutamente todos, al dar a nuestro Señor el sacrificio de dejar a los nuestros, de renunciar a todo lo que de bueno podría habernos ofrecido el mundo, lo hicimos porque deseábamos ser santos?»
Carta de noviembre 17 de 1967.
“Yo no tengo tesoros de oro y plata, pues que tengo voto de altísima pobreza; pero de lo poco que hago por Dios no quiero atesorar nada.»
Postula me et dabo tibi gentes…
“Cada uno, en nuestra familia misionera, examine cuál es su desasimiento personal, examine si no tiene vanidad en el vestir, aun cuando en nuestra familia misionera debemos andar siempre limpios y presentables, que se vea enseguida en la persona que es un misionero que solo busca el «rostro del Señor»”.
Carta colectiva de Octubre de 1968.
«Llegó ya el alma a aquella magnífica conclusión que le es de muy grande utilidad: Tú eres EL QUE ES: el INFINITO. Y yo soy la que no soy, la nada pecadora y miserable. En ese momento se atrajeron los dos abismos y vemos a la misericordia divina, fundiéndose, por así decir, compenetrándose con nuestra miseria, hasta hacer desaparecer nuestros pecados, como la gota de agua desaparece en el océano».
Lira del Corazón, Segunda Parte, Capítulo III.
«Prontos están los deformes instrumentos Señor, sírvete de ellos para tu gloria, y «puesto que tú solo eres el Piadoso; de aquí es que todas las naciones vendrán y se postrarán en tu acatamiento, visto que tus juicios están manifiestos». (Apocalipsis, C. XV)».
En homenaje de filial amor y eterno agradecimiento a la Virgen Morena del Tepeyac.
«Ofrezco a Nuestro Señor la carencia de lo que yo más amo, y que no me es posible cumplir; acepto por su amor, ese ir y venir continuo; ese ser interrumpida en mis ocupaciones a cada momento; ese no tener un momento de reposo. A mí me agradaría la soledad y la quietud, y tú me pones Jesús mío en medio del bullicio. Si a ti así te gusta verme yendo y viniendo, todos mis pasos, mis movimientos, mis palabras, mis acciones todas, son por tu amor.»
Ejercicios Espirituales de 1943, f. 859.