«Sé muy bien, que, sobre todo, tú tienes mucho que perdonar. Hazlo de corazón; no dejes que ningún resentimiento anide en tu corazón hacia aquellos de los tuyos que te han hecho sufrir. Todo esto ya pasó; Dios se encargará de la justicia. Tú perdona con toda la sinceridad de tu alma recta y sólo desea para ellos que alcancen de Dios el perdón de sus culpas. Así rezaremos siempre el Padre nuestro, con mucho amor, y Dios que sabe cómo nosotros perdonamos, él igualmente nos perdona y nos abre las puertas del cielo».
Carta a un familiar el 19 de marzo de 1977.