Una entrega total…

«Si dejamos las cosas, del mundo, y ofrendamos a Dios nuestro Señor el inmenso cariño a nuestros padres y hermanos; si renunciamos a formar un hogar y a las comodidades que podíamos haber tenido en nuestras casas, fue sencillamente porque, al escuchar el llamado divino, al oír su dulcísima voz que nos invitaba a una vida de perfección, quisimos vivir inmolados bajo los votos de pobreza castidad y obediencia, renunciando así a nuestra propia voluntad, al uso dependiente de los bienes de este mundo y a todo cariño que pudiera opacar aunque fuera un poco, el amor virginal que le juramos a Dios el día de nuestra profesión religiosa.»

Carta de marzo de 1963.

Los votos…

«Los votos, para el consagrado, son objeto especial de sus estudios; a ellos se comprometió libremente, cuando escucharon sus oídos el dulce ‘Veni’ de Jesús; sí, comprometiéndose libremente a vivir clavado con él, mediante sus tres votos, y no piensa desclavarse. Estando con él es dulce su martirio.»

Carta colectiva del 4 de junio 1965.

La hermosura de los votos religiosos…

«Qué hermosos son nuestros votos. Con qué alegría debemos vivirlos. Son los medios por los cuales amamos a Dios y a nuestros hermanos».

Carta colectiva de abril de 1977.

Los votos religiosos…

«Los votos religiosos son objeto especial de los estudios de los consagrados; a ellos se comprometió libremente, cuando escucharon sus oídos, el dulce VENI de Jesús. Sí, comprometiéndose libremente a vivir clavados con El, mediante sus tres votos y no piensan desclavarse…estando con Él es dulce martirio.»

Carta colectiva de junio de 1965.

Un voto especial a María…

«Al hacer la entrega total de mis oraciones y sacrificios a tan augusta Señora, como esclava suya que soy, y la cual consagración hoy renuevo solemnemente, uno a la intención, de una manera más formal, de que todas mis oraciones y sacrificios, tengan, como uno de sus fines principales, entre todas mis intenciones, el hacer amar a María, Madre de Dios, en tanto sea posible a la humana criatura, con la ternura y respeto con que su hijo divino la amo en este Mundo».

Renovación del voto de hacer amar a María y del ofrecimiento como víctima de holocausto al amor misericordioso.

Un compromiso muy valioso…

«No sólo nos comprometemos como religiosos, a guardar exactamente los tres votos de: obediencia, pobreza y castidad, sino que nos comprometemos también a guardar todo el santo evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, para poder así llegar a la cumbre de la perfección religiosa, glorificando a Dios, en la sublimidad de nuestra vocación seráfica».

Estudio sobre la Regla y el Evangelio.

Que María sea amada de todos los corazones…

«Yo, sor María Inés Teresa, del Santísimo Sacramento, hago voto y prometo a la Santísima Trinidad, en honor del amor que ella profesa a la Virgen santísima, en su triple manifestación de: Padre, Hijo y Esposo, hacer cuanto esté de mi parte, porque esta dulcísima Madre sea amada de todos los corazones».

Renovación del voto de hacer amar a María y del ofrecimiento como víctima de holocausto al amor misericordioso.

Los preceptos y consejos evangélicos…

«¡Qué campo tan extenso por recorrer el de los preceptos y consejos evangélicos! nos obligan los primeros como preceptos y los segundos como consejos, pero en atención a nuestra vocación tenemos una obligación muy estricta de cumplir éstos últimos con la mayor perfección que nos sea posible».

Estudio sobre la Regla y el Evangelio.

Los votos no son un juego de palabras…

3067 Captura de Pantalla 2019-10-27 a la(s) 19.27.png“Los santos votos no son un juego de palabras, sino el cumplimiento de un amor que, en nuestra primera o segunda juventud quisimos ofrecerle a Dios”.

Carta colectiva de febrero de 1977.

Vivir los votos de los religiosos es un compromiso…

1357 Toda de Él«Los santos votos no son un juego de palabras, sino el cumplimiento de un amor que, en nuestra primera o segunda juventud quisimos ofrecerle a Dios, al impulso de un amor del todo no comprometido, pero que se nos ha ido manifestando más en la formación, en el transcurso de nuestra vida religiosa».

Carta colectiva de febrero de 1977.