«Sentirme una sola cosa con Jesús… Muchas veces he experimentado estos efectos. Son tan dulces, tan suaves y a la vez tan fuertes, que el alma no quisiera salir de su arrobamiento y no ocuparse en las cosas materiales. Quisiera vivir solo de él y para él, como magdalena, a sus plantas, escuchando las divinas palabras que salen de su boca, pendiente de esos labios que sólo tienen palabras de vida eterna».
Yo soy la Vid, vosotros los sarmientos.