María nos lleva a Jesús…

«¿Verdad Jesús mío que no te encelas? Tú mismo quieres venir a nuestros corazones por medio de tu Madre santísima; por ese mismo medio quieres ir al corazón de los fieles. ¿Cuando será?»

Cinco Cuadernitos.

Ímpetus de amor…

«Con estas manifestaciones de amor de mi Madre, me llegan a mí tales ímpetus de amor, que me siento derretir.¡Qué no quisiera hacer por ella! ¡Cómo quisiera llevar su adorada imagen por todas las partes del mundo, entronizarla en todos los hogares, en todas las naciones, en todos los corazones! ¿Me lo concederás Madre? Hijo amante de María, Jesús Rey del universo, ¿me lo concederás algún día?».

Cinco Cuadernitos.

Unos hermosos sueños…

«¡María, Madre mía! cuántas veces he soñado contigo. Qué suavidad y contento dejan en mi alma esos sueños».

Cinco Cuadernitos.

En la presencia de María santísima…

Me sucede casi siempre que, al estar con ella, cómo suele experimentar mi alma tanta dulzura y paz, tanta dicha y contento, que todo esto se refleja en mi cara, sin que yo lo pueda evitar, como una irradiación del gozo celestial que llevo dentro de mí».

Cinco cuadernitos.

El más sublime misterio de amor…

«La Eucaristía es el más sublime misterio de amor que pudo idear Jesús… para ser nuestro alimento… nuestro inseparable compañero del destierro».

Cinco cuadernitos.

El Espíritu Santo…

«Y ¿el Espíritu Santo? ¡Cuánto le agradezco lo que hizo por el mundo! Él fecundó el seno de María, para que de ella naciera el Dios-Hombre, sin que dejara por esto de ser Madre Virgen».

Cinco Cuadernitos.

María, la maestra por excelencia…

«María me enseña todo: amar a Jesús, a agradarlo, en el momento preciso en que me pide un sacrificio».

Cinco Cuadernitos.

Enamorarse de la Cruz…

«Durante mi postulantado y noviciado, Nuestro Señor… no me dejaba sentir las cruces; no eran entonces cruces para mí, sino deliciosos regalos. ¿Cómo te las arreglas Jesús, para hacer estas cosas? En cambio, ¿cómo te las arreglas también para convertirnos en cruz, en amargura, todo lo que tocamos, lo que decimos, lo que hacemos, lo que pensamos? ¡Oh divino inventor!, ¡qué bien sabes crucificar! ¡Qué bien sabes regalar!… llegué a enamorarme grandemente de la cruz».

Cinco Cuadernitos

El anhelo del martirio…

«Tú eres Dios mío, quien pones en mi alma a la sede del martirio, del martirio de sangre…»

Cinco Cuadernitos.

El fuego divino…

«Pegar ese fuego sagrado a cuantos corazones existen en el mundo, mediante su oración confiada, humilde y generosa, derramando los beneficios de la Redención, los méritos de nuestra madre la santa Iglesia, por todos los ámbitos del mundo».

Cinco Cuadernitos.