Un espacio de descanso para el Señor…

«Nuestro Señor nos lo pide así; él quiere que las pequeñitas casas de nuestra familia misionera sean el abrigo de su corazón. ¿Le negaremos éste descanso…?»

Cartas.

Fíat…

«’Fíat’ digámosle a Jesús en todas nuestras ocupaciones, en todos los actos de la vida común, en todos los permisos que hay que pedir, en cada cosa que nos cueste, que implique vencimiento…allí está, hijos, la santidad.»

Cartas.

Paz…

«¡Qué paz! El alma se siente amada de Dios; y por él y por las almas está dispuesta a los mayores sacrificios».

Cartas.

La gracia siempre actúa…

«La gracia siempre actúa. Dejará de actuar, o yo dejaré de escucharla, si voluntariamente me hago ciega y sorda…»

Carta colectiva de febrero de 1971.

Dos faltas que hay que evitar…

«Dios no permita en ningún misionero el espíritu de burla. ¡Se falta con esto tanto a la caridad! Y se falta también con…el silencio, cuando el caso requiera hablar y deja uno de hacerlo por desprecio, por egoísmo, por desdén».

Cartas.

Una entrega total…

«Si dejamos las cosas, del mundo, y ofrendamos a Dios nuestro Señor el inmenso cariño a nuestros padres y hermanos; si renunciamos a formar un hogar y a las comodidades que podíamos haber tenido en nuestras casas, fue sencillamente porque, al escuchar el llamado divino, al oír su dulcísima voz que nos invitaba a una vida de perfección, quisimos vivir inmolados bajo los votos de pobreza castidad y obediencia, renunciando así a nuestra propia voluntad, al uso dependiente de los bienes de este mundo y a todo cariño que pudiera opacar aunque fuera un poco, el amor virginal que le juramos a Dios el día de nuestra profesión religiosa.»

Carta de marzo de 1963.

Enamorarse de la cruz…

«Que nos enamoremos de la cruz, que queramos sufrir con Jesús crucificado, para poder después reinar con él en el cielo».

Carta colectiva de octubre de 1968.

Obras maestras…

«Dios hace a sus santos, como el escultor sus obras maestras: a fuerza de martillo y cincel».

Cartas.

Santificarnos…

«Dificultades, roces, quien hiera aunque sea un poquillo nuestro amor propio, es imposible deje de haber en todas partes. ¿Cómo querríamos santificarnos si no tuviéramos que sufrir?»

Carta de octubre de 1968.

Dios es Dios de paz y de unión…

«Señal cierta de que no está Dios en la persona que habla, es que deje intranquilidad y angustia. Dios es Dios de paz y de unión. Sepan escuchar únicamente a quien sabe infundir en sus corazones esta paz y esta unión».

Cartas.