«Mi lenguaje debe ser siempre el de la caridad, el de la prudencia, el de la bondad; reprimiendo a tiempo esas salidas de carácter que me pueden llevar a contristar a mi hermano; juzgando siempre favorablemente todos sus actos, aunque la evidencia me quiera convencer de lo contrario».
Estudio sobre la Regla y el Evangelio.