«Yo que me proponía gozar mucho de los ejercicios —que el predicador no pudo dirigir y que ella guió—, ya que el padre tiene un don especial de llevar a las almas por el amor, hasta el Corazón de Jesús. Ha sido una prueba bien dura, pero la he aceptado de corazón, a pesar de lo que me costó, más que por mí, porque me parecía perdido el fruto que podría sacar la comunidad de unos ejercicios bien dirigidos.»
Ejercicios Espirituales de 1951.