Una sola cosa con Jesús…

«Sentirme una sola cosa con Jesús… Muchas veces he experimentado estos efectos. Son tan dulces, tan suaves y a la vez tan fuertes, que el alma no quisiera salir de su arrobamiento y no ocuparse en las cosas materiales. Quisiera vivir solo de él y para él, como magdalena, a sus plantas, escuchando las divinas palabras que salen de su boca, pendiente de esos labios que sólo tienen palabras de vida eterna».

Yo soy la Vid, vosotros los sarmientos.

EL amor infinito de Dios…

«¡Cómo me conmueve el amor infinito de mi Dios! ¡Qué afán en querer asimilarse a sus criaturas! En ser una sola cosa con ellas, conmigo. Si así es por la fe, por la gracia, por ese creer en su palabra divina».

Yo soy la Vid, vosotros los sarmientos.

Hermanos en Cristo…

«¡Cómo me conmueve el amor infinito de mi Dios! ¡Qué afán en querer asimilarse a sus criaturas! En ser una sola cosa con ellas, conmigo. Sí, así es por la fe, por la gracia, por ese creer en su palabra divina. La misma sabia corre por las venas de Jesús y por las mías, somos hermanos. El padre Celestial, el divino Padre, con amor paternal riega, poda, cuida la vid que él ha plantado con tanto esmero, porque él mismo quiere que seamos una sola cosa con su Hijo muy amado».

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos.

Jesús es la vid, nosotros los sarmientos…

«‘Yo soy la vid, vosotros los sarmientos’ (Jn 15,6).Del uno al ocho, viene san Juan declarándonos en este capítulo como nuestro Señor es la vid, verdadera, nosotros los sarmientos que, injertados, procediendo de esa vid, que, cultivada, regada, podada por el Padre celestial que es el viñador, llega a producir frutos abundantes de vida eterna».

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos.

Como el Maestro…

«Escuchando la palabra divina, penetrándose de ella, gustándola, rumiándola por el don de sabiduría, viene el alma a despojarse del hombre viejo y a revestirse del nuevo, a hacer suyos los conceptos del Maestro, apropiarse de su lenguaje, sus sentimientos, sus modales. Llega a poder decir como San Pablo: «no soy yo quien vivo; es Cristo quien vive en mi»».

Yo soy la Vid vosotros los sarmientos.

Escuchando la palabra divina…

3349 MG_5197 2.png«Escuchando la palabra divina, penetrándose de ella, gustándola, rumiándola por el don de sabiduría, viene el Alma a despojarse del hombre viejo ya revestirse del nuevo, hacer suyos los conceptos del maestro, apropiarse su lenguaje, sus sentimientos, sus modales. Llega a poder decir como San Pablo: «No soy yo quien vivo; es Cristo quien vive en mí».»

Yo soy la Vid, vosotros los sarmientos.

Purificar el corazón…

2733 1950decoration c.jpg«Es la palabra del Maestro la que purifica el corazón, ya que el Verbo es la Palabra increada del Padre. Es que, escuchando la palabra divina, penetrándose de ella, gustándola, rumiándola por el don de Sabiduría, viene el alma a despojarse del hombre viejo y a revestirse del nuevo, a hacer suyos los conceptos del Maestro, a apropiarse su lenguaje, sus sentimientos, sus modales. Llega a poder decir como san Pablo: «No soy yo quien vivo; es Cristo quien vive en mí»»

Yo soy la Vida vosotros los sarmientos.

Felicidad…

2281 IMG_6715.JPG“¡Qué felicidad sentirme una sola cosa con Jesús!»

Yo soy la Vid, vosotros los sarmientos.

Felicidad…

2276 NM sonriente.JPG«¡Qué felicidad sentirme una sola cosa con Jesús! Ser Él mismo, vivir dentro de Él y Él en mí!»

Yo soy la Vid vosotros los sarmientos.

Hermanos de sangre…

1416 Con Cristo todo beata María Inés«La misma sabia corre por las venas de Jesús y por las mías, somos hermanos. El Padre celestial, el divino Padre, con amor paternal riega, poda, cuida la vid que él ha plantado con tanto esmero, porque él mismo quiere que seamos una sola cosa con su Hijo muy amado».

Yo soy la Vid y vosotros los sarmientos.