«A las veces quisiera un helicóptero que me llevara y me dejara en la azotea de cada casa…! Pero, lo que no hace ese aparato, si lo hace mi corazón, mi cariño y mi pensamiento que me llevan a cualquier rinconcito donde tengo a algún hijo que Dios me ha dado. Y también cerca de Jesús Eucaristía y dentro de mismo corazón, donde sé que él está por su gracia, los encuentro a todos… y, con sus luchas sus anhelos, sus ansias de perfección, y sus tentaciones, los encomiendo a Dios nuestro Señor».
Carta colectiva de abril 9 de 1960.