«Venzámonos cada uno y dominemos nuestro yo, nuestro amor propio, para sólo pensar en lo que le gusta a él. Entonces, que paz, que alegría, ¡cuántos méritos!
Carta del 6 de diciembre de 1962.
«Venzámonos cada uno y dominemos nuestro yo, nuestro amor propio, para sólo pensar en lo que le gusta a él. Entonces, que paz, que alegría, ¡cuántos méritos!
Carta del 6 de diciembre de 1962.
«Les recuerdo y encarezco el examen particular, sobre la virtud por adquirir; pero debemos tener entusiasmo, amor, generosidad para ello. De lo contrario se cumplirá de nosotros el adagio: genio y figura hasta la sepultura».
Cartas.
«En la presencia de Dios cuán poco valgo por mí misma, me daría asco verme. Solamente valgo por la sangre preciosísima de Jesús que fue derramada por mí, por mi salvación y santificación; y que la inteligencia, la iniciativa que yo tenga, la simpatía, etc. etc., son dones de Dios que se pueden quitar en cualquier momento, sobre todo si ve que no sé hacer buen uso de sus dones»
Consejos..
«Mi vocación fue ser misionera; y por eso me encerré en el claustro, sabía que la oración los sacrificios salvan más almas que todo lo que se puede perorar, todo lo que sea acción».
Autobiografía.
«Sólo las humillaciones nos llevan al conocimiento propio».
Estudios y meditaciones, f. 655.
“Quiere que te conozcas miserable, incapaz para todo bien, para que Él te inunde de sus gracias, y te llene de Sí mismo”.
Lira del Corazón, Primera Parte, Cap. II.
«¡Soy tan débil! pero esta debilidad es precisamente la que me da fuerza».
Cinco Esquelitas.
«Sólo las humillaciones nos llevan al conocimiento propio. Y después de haberlas gustado, de haberlas saboreado, las amamos, porque de esa humillación aceptada, brota esa inmensa confianza en Dios, todo misericordia, que, aun en medio de nuestras miserias, nos hace desafiar a todos los enemigos: «¿Quién como Dios?»».
Estudios y meditaciones.
«Aprovecha mucho al alma el conocimiento íntimo y profundo de su nada y el recordar las infidelidades pasadas, para tomar de ahí ocasión de ser más humilde; y más confiada en Dios. Sus miserias sólo le servirán para arrojarse, llena de amor y de humildad, en los brazos de su Dios».
Lira del Corazón, Primera parte, capítulo II.