«Te pedimos dulcísima Madre, nos ames con amor de predilección, y que este amor se traduzca de nosotros, en un acendrado amor de Dios y del prójimo, en una sed incansable de sufrimientos y desprecios, de humillaciones y olvidos; en una humildad profunda y un culto a la pobreza, en una obediencia sencilla, y en un espíritu de filial sencillez hacia Dios y hacia ti».
Ave Maria gratia plena, Dominus tecum…