Una entrega total…

«Si dejamos las cosas, del mundo, y ofrendamos a Dios nuestro Señor el inmenso cariño a nuestros padres y hermanos; si renunciamos a formar un hogar y a las comodidades que podíamos haber tenido en nuestras casas, fue sencillamente porque, al escuchar el llamado divino, al oír su dulcísima voz que nos invitaba a una vida de perfección, quisimos vivir inmolados bajo los votos de pobreza castidad y obediencia, renunciando así a nuestra propia voluntad, al uso dependiente de los bienes de este mundo y a todo cariño que pudiera opacar aunque fuera un poco, el amor virginal que le juramos a Dios el día de nuestra profesión religiosa.»

Carta de marzo de 1963.

Sobre las superioras religiosas…

«Es verdad que toda superiora tiene que actuar en sencillez, espíritu de servicio, comprensión y amor hacia sus súbditas; pero tengan en cuenta, hijas que este espíritu de servicio no es ni mucho menos, únicamente el lavar loza, hacer la comida o barrer, etc., es servicio a sus hermanas. Para una superiora escuchar a alguna cuando la necesita, pero si les suplico, por amor de Dios, que no duren con las pobres superioras horas enteras, nada más para desahogarse y repetir las mismas cosas, sean mas concretas, al pan, pan y al vino, vino. Sin enredos ni muchas historias tan mujeriles.»

Carta circular de enero de 1970.

La vida religiosa…

La vida religiosa, aunque es de alegría, cordialidad y amor, lo es también de seriedad, de sinceridad, de unión, de paz».

Carta colectiva de enero de 1970.

El testimonio de las mujeres consagradas…

«El mundo hoy y siempre tiene necesidad de ver en las religiosas mujeres que, creyendo en la Palabra del Señor, en su Resurrección y en la vida eterna, entreguen su vida terrena para dar testimonio de la realidad de este amor que se ofrece a todos los hombres.»

Carta del 24 de diciembre de 1977.

Un compromiso muy valioso…

«No sólo nos comprometemos como religiosos, a guardar exactamente los tres votos de: obediencia, pobreza y castidad, sino que nos comprometemos también a guardar todo el santo evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, para poder así llegar a la cumbre de la perfección religiosa, glorificando a Dios, en la sublimidad de nuestra vocación seráfica».

Estudio sobre la Regla y el Evangelio.

La vida religiosa…

«La vida religiosa es un bautismo y un martirio.Un bautismo, porque al emitir el alma religiosa sus votos, entregando a su dueño y Señor a quien se consagra por entero, en calidad de víctima, su alma, su corazón, su cuerpo, con todas sus potencias y sentidos, le ofrece un DON completo, absoluto de todo su ser, sacrificando, en aras de la obediencia, su propia voluntad, y esto para siempre; en aras de la pureza de Dios, su castidad virginal; y en obsequio a la pobreza evangélica que en grado tan eminente practicó su divino Maestro, ese voto de pobreza que la despoja, no solo del derecho de poseer, sino aún de todo acto de su voluntad, que no está sancionado por la obediencia».

Excelencia de la Vida Religiosa.

El compromiso de los religiosos…

«No sólo nos comprometemos como religiosos, a guardar exactamente los tres votos de: obediencia, pobreza y castidad, sino que nos comprometemos también a guardar todo el Sto. Evangelio de N. Señor Jesucristo, para poder llegar así a la cumbre de la perfección religiosa, glorificando a Dios, en la sublimidad e nuestra vocación seráfica».

Estudio sobre la Regla y el Evangelio.

La excelencia de la vida religiosa…

«Es tal la excelencia de la vida religiosa, que los santos padres la comparan al bautismo y al martirio. Y esto en atención a los votos que el religioso hace en la vida religiosa: votos que lo fijan, como con tres clavos, a la cruz de Jesucristo».

Excelencia de la vida religiosa.

La excelencia de la vida religiosa…

«Es tal la excelencia de la vida religiosa, que los santos padres la comparan al bautismo y al martirio. Y esto en atención a los votos que la persona consagrada hace en la vida religiosa: votos que la fijan, como con tres clavos, a la cruz de Jesucristo».

Excelencia de la vida religiosa.

La vida religiosa, un don completo…

«Sí, es un bautismo y es un martirio. Un bautismo, porque al emitir el alma religiosa sus votos, entregando a su dueño y Señor a quien se consagra por entero, en calidad de víctima, su alma, su corazón, su cuerpo, con todas sus potencias y sentidos, le ofrece un DON completo, absoluto de todo su ser».

Excelencia de la vida religiosa.