La gracia inmensa del bautismo…

«Cómo debemos agradecer la gracia inmensa del bautismo, que nos hizo hijos de Dios sin mérito de nuestra parte, sino que gratuitamente lo recibimos».

Carta de mayo de 1953.

El regalo del bautismo…

«Cuando nacimos, no éramos aún hijos de Dios, sino hijos de ira. Mas por medio del santo bautismo vino la Santísima Trinidad, vino a habitar en nosotros, y desde ese momento felicísimo empezamos a vivir dentro del corazón adorable de Jesús, aunque nosotros sin darnos cuenta».

Ejercicios Espirituales de 1943.

Hijos para el cielo…

«El Espíritu Santo fecundó el seno virginal de María; y el Verbo se hizo carne. EL mismo Santo Espíritu descendió a mi alma el día de mi bautismo y dejó en ella al Cristo perfecto; se realizó el matrimonio místico, Cristo se desposó con mi humanidad, y mi alma con su divinidad. Ya no éramos sino uno solo… Y ahora, de esta mística unión, ¿que debe resultar? Hijos para el cielo».

Carta al director espiritual el 5 de marzo de 1949.

La gracia del bautismo…

«Cómo debemos agradecer la gracia inmensa del bautismo, que nos hizo hijos de Dios sin mérito de nuestra parte, sino que gratuitamente lo recibimos».

Carta colectiva del 7 de mayo de 95.

Gozar de los regalos que Dios nos da…

«Tú mismo inspiras a mi alma estos deseos… Que gocen todos de tus sacramentos, de tu perdón inefable, de las dulzuras de tu Eucaristía. Que por el bautismo habite en todos ellos la Santísima Trinidad. ‘Oh pueblos todos! Glorificad con vuestras obras al Rey de los siglos'».

Postula a me et dabo tibi gentes.

La gracia del bautismo…

«El Espíritu Santo fecundó el seno virginal de María; y el Verbo se hizo carne. El mismo Santo Espíritu descendió a mi alma el día de mi bautismo y dejó en ella al Cristo perfecto; se realizó el matrimonio místico; Cristo se desposó con mi humanidad, y mi alma con su divinidad. Ya no éramos sino uno solo».

Carta al director espiritual el 5 de marzo de 1949.

Lo que Dios nos ha dado en el bautismo…

«Gracias Dios mío por lo que tú has depositado en mi alma: Tu imagen divina que has grabado en ella, y la has hecho el tabernáculo de esa Santísima y Augustísima Trinidad, en el día feliz de mi bautismo, en que vine a ser hija tuya; y de ahí, la gracia santificante, el privilegio de usar de tus sacramentos, de comerte por la Eucaristía, ¡Dios inmortal! y guardarte, por la gracia, en lo íntimo de mi corazón».

Viva Cristo Rey.

Sobre el bautismo…

«Tu alma al salir del bautismo les apareció tan completamente bella, tan maravillosamente pura bajo los esplendores de la gracia, tan grande por su inmortal título de dichosa hija de los cielos, que admirados por el brillo de tanta belleza, los ángeles no podían menos que preguntarse: ¿Qué será esta alma? ¿Qué será ella para el Señor que la ha creado, para el Dios que la amado tanto y colmado tan magníficamente?»

Consejos.

Desposorio del alma con Cristo

«El Espíritu Santo fecundó el seno virginal de María; y el Verbo se hizo carne. El mismo Santo Espíritu descendió a mi alma el día de mi bautismo y dejó en ella al Cristo perfecto; se realizó el matrimonio místico; Cristo se desposó con mi humanidad, y mi alma con su divinidad. Ya no éramos sino sólo uno… Y ahora de esta mística mística unión, ¿qué debe resultar?: hijos para el cielo».

Carta al director espiritual, 5 de marzo de 1949.

La filiación divina…

«En el santo bautismo recibimos la filiación divina, la facultad de recibir todas las gracias que le siguen, haciéndonos coheredero con nuestro hermano Jesucristo; por el abrimos nuestra alma de par en par a la santísima Trinidad, que en el instante mismo descendió del cielo a tomar posesión de ella, haciéndola su habitación, su templo, su tabernáculo».

Misericordias Domini in aeternum cantabo