Fíat…

«’Fíat’ digámosle a Jesús en todas nuestras ocupaciones, en todos los actos de la vida común, en todos los permisos que hay que pedir, en cada cosa que nos cueste, que implique vencimiento…allí está, hijos, la santidad.»

Cartas.

Obras maestras…

«Dios hace a sus santos, como el escultor sus obras maestras: a fuerza de martillo y cincel».

Cartas.

La pobreza de San Francisco y Santa Clara…

«La pobreza de San Francisco y Santa Clara no fue solo material, en grado heroico; sino también espiritual, hasta lo sumo, la cual llevada en alas de su amor ardiente a Dios, sacrificaron su alma con todas sus aspiraciones, su corazón con sus anhelos, su cuerpo con sus goces de una manera plena, total, absoluta. Ellos, con ese despojo habían comprendido que ese es el único medio con que el alma puede, libre de sobresaltos y desasosiegos y con una alegría inmensa, ganar todo el mundo, sin miedo de perder su alma».

¿De que sirve al hombre ganar todo el mundo, si al fin pierde su alma?

La intercesión de los santos…

«Me parece que santa Clara y san Francisco… pondrán en mi pobre corazón el amor que ellos tuvieron en la tierra a su Dios y que le tienen ahora en el cielo; porque quiero amarlo más que ellos lo amaron».

Cinco Esquelitas.

Los santos…

«Los santos son, fueron y serán siempre a través del Evangelio calcados en Jesús crucificado».

Cartas circulares.

Como san Francisco y santa Clara…

«Podemos alcanzar una gran santidad viviendo como los seráficos padres —san Francisco y santa Clara— el Evangelio; estudiémoslo, tratemos de comprender y compenetrarnos de todo lo que allí está escrito para aprender a amar, conocer e imitar a tan gran señor que, dejando su cielo, se hizo hombre para sufrir por… mí. ¡Si tuviéramos siempre esto presente!»

Carta colectiva del 19 de diciembre de 1968.

A fuerza de martillo y cincel…

«Dios hace a sus santos, como el escultor sus obras maestras: a fuerza de martillo y cincel. Que nos enamoremos de la cruz que queremos sufrir con Jesús crucificado, para poder después reinar con él en el cielo».

Carta colectiva de octubre de 1968.

La más exquisita santidad…

«En cumplir la voluntad de Dios y mis deberes de estado, encontraré la más exquisita santidad. A ella quiero llegar como han llegado todos los santos, ayudados de tu gracia».

Ejercicios Espirituales de 1943.

Virtud y santidad…

«No puede haber verdadera virtud ni santidad, si no se funda en la humildad».

Carta del 2 de febrero de 1953.

Para alcanzar la santidad…

«Hijos, hay que hacer, por tres meses, cada uno, un examen muy detenido y lleno de amor, sobre una virtud, que cada uno se proponga practicar; que sea precisamente aquella que más falta le hace. Entonces verdaderamente llegarán a la santidad, dando a Dios inmensa gloria. Al cabo de esos tres meses, en que cada uno trata de practicar esa virtud, toma otra, con el mismo empeño y amor, y ya verán que los defectos irán desapareciendo, o cuando menos disminuyendo».

Carta colectiva del 24 de febrero de 1980.