«Todo el Instituto es suyo; sí, ella (la Santísima Virgen de Guadalupe) lo concibió en su seno virginal en los albores de mi vida religiosa. Ella lo calentó, lo vivificó y, cuando llegó el tiempo de darlo a luz, lo tomó amorosa en sus brazos, lo colmó de caricias y lo presentó al divino Misionero… Él lo acogió con ese su amor infinito…»
Experiencias Espirituales, f. 585.