Trabajar por la extensión del Reino…

«Así es que, la excelencia de la vida religiosa estriba en: los desposorios del alma con Dios, en su unión más íntima con él, en que se abraza la vida de perfección, y en que, el alma asociada más íntimamente al misterio de la Redención, a una con su Esposo divino y en unión de su Madre celestial, trabaja incansablemente por la extensión del Reino de Cristo».

Excelencia de la vida religiosa.

Vivir de Jesús y María por las almas…

«Esta es la renuncia decisiva, alegre, deliberada, plena, para no vivir ya sino de Jesús en María, por las almas».

Reminiscencias de mi toma de capelo.

Entrega…

«Entrega sencilla y sincera al amor, para que amando a Dios, amemos a los demás, y por ellos sepamos sacrificarnos, entregarnos en la oración y el sacrificio».

Carta colectiva de diciembre de 1975.

Preparados siempre para el encuentro con el Señor…

«¿Verme estimado? ¿Verme preferido? ¿Verme ensalzado? ¿Tener ocupaciones que no me fatiguen? ¿Vivir como si fuera rico, como si mi ideal fuera aquello de la ley del menor esfuerzo? ¿Es así como quisiera que me sorprendiera la muerte…? ¿Verdad que no?»

Carta colectiva del 27 de enero de 1970.

La valentía que viene del Señor y su Madre santísima…

«Las faldas no me estorban; nada temo; teniéndote a Ti y a mi Morenita adorada, ¿no cantaremos todos tres la victoria?»

Consejos y Reflexiones.

Como san Pablo…

«Quisiera decir como San Pablo: «Padre, he terminado la carrera, pero… comprendo que ¡me falta tanto para haber llegado a lo que mi Dios quería de mí! Pero, lo que me ha faltado por hacer, lo dejo en la infinita bondad y de ella espero todo lo necesario para la continuación de esta obra. Amén»».

Carta colectiva del 2 de mayo de 1973.

Entrega total…

«Nada me resta por hacer, he hecho todo lo que Tú has querido; he tenido, es cierto, muchas deficiencias, pero éstas, Señor, Tú bien sabes que son inherentes a mi naturaleza decaída».

Lira del Corazón.

Cooperar con la gracia de Dios…

«Tengo que poner lo que esté de mi parte, dejando a Nuestro Señor que haga la suya, la cual se manifestará por lo que venga».

Diario de enero a mayo de 1944.

Víctima de la misericordia divina…

«Lejos de ustedes, hijos, el sentirse víctimas. El alma que es verdaderamente víctima de la misericordia divina no hace de ello alusión y lo considera muy necesario».

Carta colectiva del 29 de octubre de 1956.

Sin ser notados…

«Las obras, para que merezcan las miradas de Dios y depositen ellas su gracia santifica Dora, tenemos que hacerlas, única y exclusivamente, por su amor, por darle gloria, por servirle en el silencio, en cuanto posible, sin ser notados. Él sí que lo notará muy bien».

Carta colectiva del 3 de diciembre de 1971.