«No es un fantasma una humillación que me sobreviene cuando menos lo pienso; es Dios quien se envuelve en ella para irme enseñando, prácticamente, a ser humilde. No es un fantasma la desolación, es el mismo Dios quien está oculto en ella, esperando que su hija lo encuentre, a través de esos espesos velos; quiere que su fe lo ame y lo adore en esas apariencias tan poco agradables al gusto espiritual».
Estudios y meditaciones.