«Este Hijo de Dios que con su mano sostiene el universo, se ve ahora con sus manecitas sujetas; es la ternura de la Madre quien lo ha envuelto así. Él, que cuida hasta de las avecillas del campo a quienes no falta ni alimento ni vestido, tiene hoy necesidad de los pechos purísimos de su Madre para sustentarse, todo cuanto existe se rige a un simple acto de su voluntad, y hoy este divino Niño, acullá, acullá, tan solo sabe decir.Tiene hambre, tiene frío y no sabe expresarlo; es la penetración de su Madre quien lo adivina. A ella está sujeto momento por momento».
Aprended de mí que soy mando y humilde de corazón.