«Su gratitud hacia Él se la quiere manifestar haciendo que millones de gentiles le conozcan y le amen; por eso quiere anunciar sus obras a los pueblos, las maravillas que Él ha obrado, no sólo en la creación visible del mundo que admiramos, en donde nuestra alma se embelesa contemplando tanta magnificencia, sino remontándose en raudo vuelo, de la criatura al Creador de todas las cosas, en esa dulzura inefable que se produce en el alma cuando, en cada una de las obras de sus manos, no se le vamos por la fe y el amor, hasta el seno de Dios».
Lira del Corazón, segunda parte, capítulo II.