Caridad alegre, obediencia alegre y pobreza alegre…

«La caridad alegre, la obediencia alegre, y la pobreza alegre, deben reinar en su alma; y si nunca ha poseído estas virtudes, o ha sido a medias, que las posea plenamente para gloria de Dios y santidad propia.»

Carta colectiva de febrero 2 de 1967.

La obediencia…

«La obediencia está en nuestra prontitud para escuchar al Espíritu Santo y en nuestra buena voluntad para dialogar, para consultar y ser consultadas, en una disponibilidad y generosidad excluidas de egoísmos, que nos disponen a ir a donde él quiera.»

Carta colectiva de Abril de 1977.

La dulcísima María…

«Te pedimos dulcísima Madre, nos ames con amor de predilección, y que este amor se traduzca de nosotros, en un acendrado amor de Dios y del prójimo, en una sed incansable de sufrimientos y desprecios, de humillaciones y olvidos; en una humildad profunda y un culto a la pobreza, en una obediencia sencilla, y en un espíritu de filial sencillez hacia Dios y hacia ti».

Ave Maria gratia plena, Dominus tecum…

Obedecer por amor…

«Tengo que obedecer por amor, por esa fe teologal que me hace descubrir a Dios en el mandato o recomendación que recibo».

Carta colectiva del 27 de febrero de 1973.

Por la salvación de las almas…

«Debemos obedecer por la gloria de Dios, por darle gusto, por la salvación de las almas, ya que en un acto de obediencia puede ir vinculada la salvación de muchas almas, si lo hacemos con grande fe, con mucho espíritu sobrenatural».

Ejercicios Espirituales de 1950.

No por servilismo…

«Así debemos obedecer siempre, no por ser tenido por obedientes, no porque no hay más remedio que obedecer, ni por ser estimados: esto sólo sería servilismo».

Ejercicios Espirituales de 1950.

La voz de la obediencia…

«Y ahora Jesús, dejándose oír por la voz de la obediencia, me ha dicho: ‘Apacienta mis ovejas’».

Estudios.

La voz de la obediencia…

«Y ahora Jesús, dejándose oír por la voz de la obediencia, me ha dicho: «Apacienta mis ovejas»».

Estudios y meditaciones.

Muy semejante a Cristo en el obedecer…

«Madre mía, tú que recibiste la obediencia pronta, alegre y afectuosa de tu Hijo, alcánzame Madre, que llegue a ser en ella muy semejante a ese mi divino modelo y espejo».

Ejercicios Espirituales de 1933.