«Mi alma estaba llena de angustia, una pena mortal casi me aniquilaba. La contradicción de los de fuera se juntaba a la lucha interior para hacer zozobrar en el fondo de mi alma mi fe».
Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?
«Mi alma estaba llena de angustia, una pena mortal casi me aniquilaba. La contradicción de los de fuera se juntaba a la lucha interior para hacer zozobrar en el fondo de mi alma mi fe».
Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?
«Es necesario que sonría a cada pena, a cada contrariedad, acostumbrándome, desde los principios, a dar gracias a Dios, cuando algo me molesta».
Aparecieron flores en nuestra tierra.
«Muchas penas, muchas contradicciones, dificultades y murmuraciones había tenido que soportar; yo estaba abandonada completamente en Dios y en mi Madre del cielo».
Diario de enero a mayo de 1944.
«Sí, tú eres mi refugio en la tribulación que me apremia; tú, Jesus, aunque estés escondido. Desde tu escondite vez mi tribulación y me socorres, aunque yo no lo sienta».
Cinco Cuadernitos.
«Mi alma estaba llena de angustia, una pena mortal casi me aniquilaba. La contradicción de los de fuera se juntaba a la lucha interior para hacer zozobrar en el fondo de mi alma mi fe».
Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?
«He sentido pena, una pena muy íntima por este estado de ánimo, y he pedido a nuestro Señor en su adorable Eucaristía, tenga piedad de mí y me dé su gracia eficaz para que la semilla de la divina palabra fructifique en mi corazón al ciento por uno».
Ejercicios Espirituales de 1943.
«Los años han pasado, hijos, con sus inmensas alegrías y sus penas profundas; ambas, espero, enraizadas en Corazón Sacratísimo de Jesús, nuestro Baluarte, nuestro Guía infalible y… nuestro todo. Con él, nuestra dulce Madre, Reina y Patrona: santa María de Guadalupe.»
Autobiografía.
«Por tu cartita, me entero de las dificultades y penas que Dios permite y te manda. Acéptalas hija, con amor y sumisión y ya verás, como al bendecir por ello Dios a tu familia, sentirás una profunda paz en tu alma y verás el fruto de tu resignación amorosa, en todos esos pequeños seres queridos que… ya se van haciendo mayorcitos y que, ahora más que nunca, necesitan de tu oración, de tus sacrificios, de tus consejos, de tus santos ejemplos».
Carta a una de sus hermanas, abril 15 de 1961.
«Las enfermedades, los dolores, las molestias aceptadas por amor de Dios son ricas monedas de oro purísimo, con que se compran almas para él».
Experiencias espirituales, f. 571.
«Miren, hijos, ésta su madre, muchos años anduvo en compras y demás negocios de comunidad a pie y en camiones y, a las veces, cargando bolsas muy pesadas. Ustedes que están jóvenes, ¿no pueden alguna vez hacer lo mismo?»
Carta circular sin fecha.