Paz…

«¡Qué paz! El alma se siente amada de Dios; y por él y por las almas está dispuesta a los mayores sacrificios».

Cartas.

Dios es Dios de paz y de unión…

«Señal cierta de que no está Dios en la persona que habla, es que deje intranquilidad y angustia. Dios es Dios de paz y de unión. Sepan escuchar únicamente a quien sabe infundir en sus corazones esta paz y esta unión».

Cartas.

Reconocer nuestras miserias…

«Es muy importante para nosotros y muy meritorio, y de mucha gloria para nuestro Señor, que reconozcamos humildemente nuestras miserias, que nos dolamos de ellas, pero urge sobremanera que no nos entristezcamos, ni mucho menos que perdamos la paz».

Carta colectiva de octubre 15 de 1955.

La paz y lo que sigue…

«Después que la Paz ha establecido sus reales en el fondo del alma de buena voluntad, van cayendo en ellas las palabras de vida eterna que el divino Maestro, a impulsos de su inmenso amor a Dios y a los hombres, va dejando escapar de su ardiente Corazón».

Meditaciones.

Que no se turbe nuestro corazón…

«Desde el capítulo 14 del Evangelio de San Juan, nos narra el discípulo amado la suprema despedida de Jesús, que, como Dios de paz que es, empieza su discurso con estas hermosas palabras: ‘No se turbe vuestro corazón'».

Meditaciones.

Nostalgia de Dios…

«En este día fueron las elecciones. Tres solamente fuimos las vocales. Las cosas quedaron exactamente como estaban. En un sentimiento de profunda paz las esperaba, y, terminadas estas, no agitó mi corazón ningún sentimiento de vanagloria. En él sigue reinando la paz, impregnada de una dulce nostalgia de Dios, de oración recogida y silenciosa».

Este día fueron las elecciones.

Gente pacífica y pacificadora…

«No se les olvide lo que siempre les he dicho una y mil veces: Cada uno debemos ser alma pacífica y pacificadora».

Carta colectiva del 2 de febrero de 1953.

No a la tristeza…

«No nos inquietemos ni nos pongamos tristes, porque ello puede ser soberbia, amor propio. Sobre todo no perdamos la paz porque donde no hay paz no está Dios».

Cartas.

Almas pacíficas y pacificadoras…

«Mucho les encargo la unión de corazones y ese continuo ser: almas pacíficas y pacificadoras; esas almas son verdaderos ángeles en carne humana. Procuremos todos ser así, y daremos inmensa gloria al corazón de Jesús».

Carta del 16 de octubre de 1953.

Una buena conciencia…

«En nuestra familia misionera debe haber reciedumbre, espíritu viril, pero lleno de alegría en la paz de Dios, y en la tranquilidad de una buena conciencia».

Carta circular del 4 de junio de 1965.