«Y mi alma, ansiosa de pagarte lo que por ella has hecho, sin merecerlo, ¿se quedaría insensible a los gritos de la naturaleza que le dice: toda nuestra belleza, toda nuestra grandeza, todo nuestro esplendor, toda nuestra variedad, toda nuestra capacidad, no es nada comparada a la de un alma en gracia? No es nada comparada a la de un alma en gracia que corresponde a los designios de su Dios haciéndose por esto cada vez más bella, más semejante a su Creador, ahondando su capacidad para recibir con mayor abundancia los efluvios divinos».
Viva Cristo Rey.