Dios siempre nos escucha…

«Ni por un momento quiero pensar en que Dios nuestro Señor no escuchará ruegos. ¡Es imposible! Él tiene comprometida su palabra y por las noches en que me quedo a tratarle mis problemas y mis dificultades, mis esperanzas y mis angustias y con la mayor fe de que soy capaz, le voy pasando una a una las palabras suyas que nos dejó en su santo evangelio y le digo que urge la cantidad de dinero que le pido, y le hago ver la necesidad de la casa y terreno, etc. etc.»

Escritos.

No desconfiar de Dios…

«Siento que mi corazón se dilata y no quisiera darle la pena a Dios nuestro Señor de desconfiar en su misericordia y amor, y aun cuando parece que no hace caso, y se queda callado y continúa dormido, le digo, pasando ante sus ojos —aunque estén cerrados en apariencia— esos pasajes del evangelio tan comprometedores para él.

Escritos.

Confiar más y más en Él…

«Tenemos que confiar más y más en él y alcanzar todo lo que deseamos y todo lo que nos hace falta, a fuerza de fe y confianza. Nunca nos desanimemos, y si esto llega a suceder, que no pase de unos segundos, pues tenemos que esperarlo todo de la bondad divina, con seguridad cierta de ser escuchados.

Carta colectiva de abril 23 de 1954.

Confianza con María…

«Los árboles no florecen desde que se siembran, ¿verdad? Confianza pues, oración, confianza plena de humildad pues no merecemos nada, y que la Virgen santísima sea siempre nuestra intercesora. A ella no puede negar nada su divino Hijo.

Carta colectiva del 20 de diciembre de 1971.

Confiar en Dios…

«Sé que el Juez divino me perdona y me ha perdonado siempre; sé que mientras con su misericordia, por su misericordia él me conceda confiar y confiar contra toda esperanza, no podrá hacer nada en mi contra. La confianza, como él mismo lo ha dicho, le ata las manos».

Ejercicios Espirituales de 1962.

Proseguir en lo que Dios inspira…

«Sentía como una voz, superior y divina que me alentaba a proseguir, en medio de las luchas que tenía que sostener en mi alma, pues al lanzarme a una obra tan grande, tan superior a mis fuerzas, sentía como el vértigo de lo imposible. Más vigorizaba mi espíritu y me alentaba, un sentimiento de inmensa confianza en Dios Nuestro Señor, en la seguridad de qué, si él me había inspirado la obra, como todos me decían, nada le costaba hacer en pro de ella, los más estupendos milagros».

Diario enero-mayo 1944.

Con ilimitada confianza…

«Esa confianza que es algo mío, digo, un don de su infinita misericordia, que me lleva siempre a pedir con ilimitada confianza, en un arrojo total en sus brazos, y tanto más, cuanto me siento más indigna, más miserable».

Ejercicios Espirituales de 1943.

Que la fe ilumine nuestro sendero…

«Aunque el alma esté agitada por todos los vientos; aunque la tempestad parezca inundar la débil barquilla; aunque el cielo esté encapotado; aunque la furia de la tempestad haga de la pobre barca un juguete, no puede temer, si la fe sigue iluminando su sendero; si la fe es el faro luminoso que la llevará al puerto; si María, la dulce estrella de los mares la conduce».

Estudio sobre la Regla y el Evangelio.

No tener miedo…

«‘No temáis, Yo soy’ A estas palabras se sucede la alegría, la dicha inmensa de sentirse protegidos, acompañados por el más poderoso y amado de los amigos».

Estudios.

El Señor se sirve de nosotros…

«Tú te servirás de mi confianza para manifestar a todas las naciones que no necesitas más para obtener maravillas en un alma».

Postula a me et dabo tibi gentes.