«Este grano de mostaza es para nosotros la fe, esa virtud teologal que, practicada más y más puede hacer de ese granito sembrado en el surco, un frondoso árbol en donde vengan a posarse las aves del cielo. Si por la intensidad de nuestra fe, hacemos de nuestra oración un centro de atracción, en donde el mismo Dios se ve obligado a descender, derramando allí los torrentes de sus gracias, para que a su vez se desborden en favor de las almas, entonces, sí que tendrá cumplimiento de nosotros esta parábola»
Estudio sobre la Regla y el Evangelio.